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¿Y dónde quedó la carne?

Por Daniel Beltrán 

Una puta, dos putas, tres putas; una puta se ríe, una puta se rasca, una puta se agacha.

Sentado en  la barra, se ve de fondo el atrio de la iglesia de la Veracruz en el centro de Medellín. Una mujer, desbordada en masa corporal mal envuelta en un short de Lycra negro, se acerca a un hombre y le toca el pene por encima del pantalón dos veces, con un gesto apunta sobre su dedo índice como preguntando el tamaño de lo que guarda en su pantalón.

Las doce del día siempre es una hora agitada en el centro de Medellín, las bandejas con almuerzos, y los jugos cuidadosamente tapados con plástico transparente se pasean  por las calles estrechas entre las carreras Bolívar y Cundinamarca. El sol es siempre aplastante, sin importar el clima del día parece salir exactamente en este punto  solo para hacer las cosas un poco más desordenadas.

 

Sin embargo y a pesar de todo el caos,  un edificio de cinco pisos entre el pasaje Carabobo y la carrera Cundinamarca se alza como un monumento a la armonía, es el centro cultural Govindas. El edificio tiene más de 20 años y solo un letrero modesto en la ventana del segundo piso anuncia: “Govindas, restaurante vegetariano”.Desde fuera es difícil imaginar que esos muros, naranja claro desteñido, esconden el centro cultural  más grande de los Hare Krishna  en Medellín quienes cuentan con 27 años de presencia en la ciudad.

Por una entrada pequeña y subiendo por las escaleras hasta el segundo piso se encuentra el restaurante que se anuncia desde afuera, “Dios el dador de todo placer” traduce del idioma sánscrito el peculiar nombre de este restaurante, que al traspasar el umbral para entrar a él puede significar una experiencia de lo más particular.

 

No es extraño que cuando se visite este lugar se sienta un poco desorientado,  las mesas de madera maciza, los cuadros con motivos de cuerpecillos azules del dios Krishna además de el olor a curry y otra yerbas aromáticas , podrían hacer confundir este sitio con cualquier restaurante en la India.

El festín que se sirve en este lugar es casi  tan variado como los colores  de las ropas que usan los devotos Hare Krishna, además es abundante como la amabilidad de su gente. Este banquete hace parte de un ritual diario llamado prasadam en que se prepara toda esta comida vegetariana para ofrecerle a su dios Krishna.

 

Una barra de auto servicio repleta de una gran variedad de alimentos, recorre todo el largo del restaurante, con un pequeño tablero tras la barra se anuncia el menú del día, sin embargo existen alimentos que siempre están disponible como los fritos  y los salteados.

La experiencia para un primerizo como yo fue algo abrumadora, había mucho por probar y era algo complicado para mí entender de que se trataba cada cosa, me decidí por un menú del día al que adicioné una porción de berenjenas gratinadas.

 

Exactamente se trató de un porción de arroz saborizado con tomate, sopa de verduras, lentejas comunes, algo con un aspecto parecido a la carne que se hace llamar gluten esta vez aderezado con salsa de tomate casera, alverjas y trozos pequeños de zanahoria,  también una porción de torta de coco, una deliciosa y refrescante limonada con un toque de jengibre,  ensalada al gusto que podía contener desde frutas hasta apio y aguacate, aderezada con vinagreta de pepino o maní, y por ultimo postre de fresas en conserva. Toda esta cantidad de comida incluyendo las berenjenas solo me habían costado 8500 pesos, me pareció un precio razonable por la cantidad que era; además la cajera me obsequio un pequeño paquete de maíz soplado.

 

En este restaurante todos los platos son de acero inoxidable, incluso los vasos y hasta el plato de la sopa, cosa que no es muy común en casi ningún lugar. Caminé con mi bandeja atiborrada de platos hasta una barra justo sobre un gran ventanal que daba vista al atrio de la iglesia de la Veracruz.

 

La dieta vegetariana es pilar fundamental dentro del estilo de vida que debe llevar una persona que desee pertenecer a esta religión, si contar además con otras reglas como no consumir alcohol, cigarrillos o drogas, ningún tipo de juego de azar esta permitido y también esta prohibido el sexo fuera del matrimonio y solo se permite con fines reproductivos.

 

 

 

 

Para los Hare Krishna comer carne significa ingerir pecado, pues este alimento es producto de la muerte de un animal indefenso, además sostienen algunas otras razones para no comer este tipo de comida como su escrituras milenarias donde se señala que tipos de alimentos se puede ingerir y otras razones como las consecuencias ambientales de comer algún tipo de animal.

 

Sentado y con tanta comida frente a mí era inevitable pensar en lo repleto que iba a quedar después de comer, sin embargo me dispuse en la tarea de acabar con ese banquete.

El primer bocado no fue exactamente toda un experiencia gastronómica , fue más bien algo muy común, quizá estaba pidiendo mucho a una cucharada de sopa, así que decidí tomar un cucharada de cada cosa, para mi sorpresa todo tenía un buen sabor,  no se trataba ni mucho menos de una comida cinco estrellas pero no era de negar que todo estaba bien condimentado, era abundante y a módico precio.

 

La vista sin embargo destacaba entre la comida, pues en mí caso solo acompaño el espectáculo casi pornográfico que presencie. El panorama no era para nada extraño, la situación en las proximidades de la Veracruz es bien conocido por casi cualquiera que haya visitado la zona pues saltan a la vista mujeres que por su apariencia son fácilmente reconocidas como trabajadores sexuales.

Entre cucharadas de lentejas y arroz observo como una mujer de unos 30 años en falda color rosa eléctrico sentada sobre muro, es abordada por un hombre de unos 50 años que de inmediato se posa entre sus piernas, rozando la punta de un aguacate que llevaba consigo entre la zona de la ingle de la dama por encima de su falda, la mujer con risa picara se resiste.

La limonada con jengibre, estaba tan deliciosa y refrescante que tomaba a sorbos pequeños para que no se terminara, era tan simple pero a la vez tan nueva para mí que me hacía distraer del espectáculo de la ventana, donde este ser grotesco y mal envuelto en un short de Lycra negro, y con los labios reventados  de tanto rojo seducía a un hombre de canas y gafas grandes, la mujer tocaba su pantalón  y yo terminaba las ultimas cucharadas del postre de fresas.

Tras comer todo el banquete frente a mí la pregunta fue inevitable, aunque estaba saciado mi instinto hacía preguntarme ¿Y dónde quedó la carne?,  era obvio que se trataba de comida vegetariana pero la costumbre estaba haciendo de las suyas.

Entonces, me respondí a mi mismo a manera de chiste: talvez la carne si es pecado y la carne quedó mal envuelta en las Lyrca de esa grotesca mujer.

 

 

© 2014 by Colectivo Urbs. 

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