
Lo individualista, antiformalista y lo cortesano son algunas de las características principales de un movimiento artístico que surgió en Francia entre 1730 y 1760: el Rococó. Este se definió también por el uso de los colores luminosos, suaves y claros. Además, las formas de la naturaleza, la mitología, el arte oriental y los temas galantes y amorosos son predominantes en este movimiento que estuvo al servicio de la aristocracia y la burguesía.
El Rococó fue considerado un arte mundano y sin influencias religiosas, por esto para la Iglesia católica este estilo era considerado un distractor para el recogimiento y la plegaria por su frivolidad, exterioridad y su carencia de simplicidad. Luego, con el desarrollo de este movimiento, se eliminó su exterioridad más explícita y su resultado pudo ser aceptado armónicamente como un ambiente dedicado al culto. Por esto, se pueden encontrar decoraciones compatibles con aspectos relacionados con Dios, La Biblia y las iglesias.